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Los implantes dentales son uno de los tratamientos con mejores resultados en la recuperación de piezas dentales perdidas. Debido a traumatismos o enfermedades dentales y gingivales, los dientes perdidos afectan la funcionalidad y estética de la boca.
Los implantes dentales son piezas artificiales que sustituyen la función dental perdida y sustituyen el espacio faltante en la arquitectura bucal. En consecuencia, la boca recupera la oclusión de la mordida con efectos estéticos y funcionales importantes.
Por lo general, el procedimiento de implantes dentales consiste en dos fases fundamentales. En una primera etapa, el implantólogo, inserta un implante que funciona como pilar que tiene como propósito la integración con el hueso maxilar.
En una segunda fase del tratamiento, se coloca una prótesis sobre el implante osteointegrado y sustituye la función de la pieza dental perdida. Esta prótesis contribuye en la función masticatoria, respiratoria y del habla, a su vez que restituye la estética dental y la simetría facial.
Los implantes endoóseos son los implantes más utilizados en la implantología y cirugía maxilofacial. Este tipo de implantes dentales se colocan mediante un procedimiento quirúrgico que inserta la pieza dentro del hueso maxilar.
La función principal de los implantes endo-óseos es servir de soporte estructural para una o más prótesis dentales fijas sobre implante. Es un procedimiento que requiere de una intervención quirúrgica mínimamente invasiva y con una vía de abordaje intraoral.
Una de sus ventajas es la capacidad de integrarse con el hueso de manera más eficiente y con una mayor durabilidad con mínimas tasas de fracaso. La indicación de este tipo de implantes dentales depende exclusivamente de la naturaleza de la pérdida dental, las condiciones óseas y otras consideraciones personalizadas de cada paciente.
Los implantes subperiósticos o también llamados yuxta-óseos, se indican a aquellos pacientes con deficiencias, lesiones o fragilidad del hueso maxilar. Este tipo de implantes sustituyen una o varias piezas dentales perdidas mediante una estructura metálica que se coloca sobre el tejido de la encía.
Algunos pacientes presentan afectaciones a la densidad, fortaleza o idoneidad del hueso maxilar para soportar un implante endo-óseo. En estos casos, el cirujano maxilofacial o implantólogo dental optan por un implante yuxtapuesto al tejido gingival.
La indicación de este tipo de implantes son muy personalizadas pero suelen ser más frecuentes en pacientes mayores. Aunque, también suelen ser la elección para pacientes que han sufrido lesiones maxilares, con osteoporosis u otras patologías óseas.
Los implantes dentales son un procedimiento mínimamente invasivo, localizado y generalmente, sólo intervienen en un área específica de la boca.
Sin embargo, como cualquier tipo de procedimiento puede tener riesgos de fracasos, infecciones bacterianas u osteointegración fallida. Aún así, estos casos son muy puntuales y si son diagnosticados a tiempo, responden bastante bien a tratamientos terapéuticos.
La duración de un implante es imposible de generalizar pues depende en gran medida de las propias características y condiciones de cada paciente. No obstante, están hechos de materiales con una larga vida útil que, en la mayoría de los casos, es superior a la esperanza de vida promedio de la población.
En este sentido, la revisión periódica y los cuidados de higiene bucodental son fundamentales para cuidar y alargar la vida del tratamiento. Seguir las indicaciones del especialista es crucial.
Los implantes dentales son un procedimiento 100% indoloro aunque puede existir un período de adaptación con mínimas molestias. Estas pueden variar entre pacientes pero suelen desaparecer gradualmente en los primeros días posteriores a la intervención.
La filosofía quirúrgica maxilofacial actual se basa en la mínima interrupción de la cotidianidad del paciente. Por lo tanto, después de un implante dental, el especialista indicará una dieta específica que suele basarse en la reducción de algunos alimentos que pueden lesionar la zona o dejar restos en la herida.
Estas restricciones, por lo general, se establecen por un corto período de tiempo hasta que el proceso de cicatrización ha culminado. A pesar de que puede variar, este período dura en promedio unos 8-10 días posteriores al procedimiento.
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